Ayer asistimos a nuestra primera opereta, protagonizada por Natalia Millán. Si bien le falta un poco de voz para este tipo de papeles, hay que elogiar la puesta en escena, los bailarines y los coros. Hay un número bailado solo por hombres realmente desternillante, y hay que elogiar también la duración de la obra, ideal para profanos. Si bien la historia original es algo más completa, esencialmente se nos cuenta el cortejo a que es sometida una joven viuda heredera de un polaco multimillonario y como al final triunfa el amor y la cordura. Y ese final en un cabaret con hombres travestidos incluidos es sencillamente encantador. La pena es que acaban hoy. Ojalá hagan gira.
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