Bruce Springsteen


 No me cuento entre los más forofos de Bruce Springsteen. No paso largas horas escuchando su copiosa discografía. Tampoco el concierto de anoche tenía mucho que ver con los de pop-rock que acostumbro a ver, donde los artistas calculan el repertorio al dedillo y son muy poco dados a la improvisación, y alérgicos a los cambios de repertorio. 

Hace poco leí que hay dos tipos de personas: los que les gusta Bruce Springsteen, y los que no lo han visto en directo. Tengo la suerte de poder añadir otro dicho: si vas a ver a Bruce, vuelves. Asi lo hice yo, 5 años despues de ver el Rising Tour en Toronto. En mi experiencia como espectador, el publico canadiense es mucho más frío que el español. A Bruce le da igual si hay 20.000, que 60.000 personas. Podría estar tocando en un garito con 100 personas que no le hicieran ni caso, ni le aplaudieran, y estoy seguro que seguiría dando todo lo que tiene en escena, que no es poco. 
Los entendidos en el boss saben que no hay dos conciertos idénticos en repertorio. Pero lo bonito es dejarse llevar y sorprender por si de repente te da la sorpresa más inesperada. 
Tras un timido comienzo con "Night", un tema poco conocido, nos alivió escuchar "Radio Nowhere", ya que la tónica general de la gira no ha sido presentar su mas reciente album, "Magic". A continuación repescó el primero de varios temas de su penúltimo album: "Lonesome Day". La fiesta estaba servida. 
Tras varias joyas de discos antiguos, vino una curiosa costumbre que no recuerdo de otras giras: recogió de entre el público cartulinas con peticiones de los oyentes. Para entonces, Bruce ya estaba entregadisimo, bajando una y otra vez a tocar y dejarse tocar por el público de las primeras filas, y flirteando con las cámaras que le sacaban en las pantallas gigantes. Aqui la E-Street Band demostró hacer de la improvisación un arte. Vino mi sorpresa: "Brilliant disguise". Yo mismo podría haber hecho esa petición, y no me la esperaba. Seguida de la increible "The River". Me sigue sonando estupenda. Del doble album a la que daba titulo, tambien pudimos bailar con "Out In The Street". Y volver a sentarnos deleitandonos con "Because The Night", que popularizó su coautora Patti Smith. Tambien nos sorprendió explicando, en un correcto castellano, que "en Estados Unidos sufrimos recortes de derehcos civiles y debemos luchar". Nosotros españolitos, acostumbrados a recortes... de todo tipo, aplaudimos "Living In The Future". Era una gozada verle bailar a él, colgarse del micrófono y girar alrededor; yo daria lo que fuese por llegar la mitad de bien a los 59 años que tiene. Si es preciso, llenaré mi despensa de los zumos, sopas y frutos secos que al parecer componen su estricta dieta. 
Cuando ya no contaba con "Tunnel Of Love", llego este nuevo subidón. Impresionante la batería que abre este tema. Y por si alguno iba de bajon, "The Rising" lo impidió. "Badlands" cerró el bloque que precede a los bises. Para estos artistas que tienen la suerte envidiable de disfrutar con su trabajo, y vivir de lo que aman, no hizo falta que nos desgañitaramos pidiendo otra. Y la primera de otras tantas fue ese temazo largo, a caballo entre el rock sinfónico, el rock sin más, y el folk, que es "Jungleland", inesperado para mi. Con lo que le perdoné que omitiera mi favorita del último disco, que ha venido abriendo los bises de muchos conciertos. La hubiera preferido seguramente a "Seven Nights To Rock". Pero un nuevo climax llegó con "Born To Run", y un público que seguia los redobles de batería con una curiosa pose: alzando las manos y agitándolas en lugar de batir palmas -como la seña que emplean los sordomudos para aplaudir, si no recuerdo mal-. 
El fin de fiesta no pudo ser más bailon, y un Bruce en plenitud de aptitudes vocales que no se cansaba de bailar cerró con "Dancing In The Dark", "American Land", y "Twist And Shout", en una curiosa versión que enlazaba a ratos con "La Bamba". 
Total, tres horitas para gozar de un grupo que veo difícil que se retire mañana o pasado. Eso sí, confío en que la gira del 2025, si pasa por España, no lo haga por el Bernabeu. La penosa organización, con entradas duplicadas y otras de precio maximo y visibilidad cero, o incluso inutilizadas por una escalera de seguridad situada justo encima, nos pudo aguar la fiesta, y el sonido se tomó un tiempo en ser aceptable. Crisis no sé si habrá, pero la chapuza nacional forma parte de nuestro patrimonio, eso seguro.