No obstante, y gracias al grato cansineo de cierto empleado de Fnac Callao, últimamente hemos empezado a formar parte de su club de socios, y muy contentos por ello ya que estamos asistiendo a preestrenos como el del peculiar biopic Stefan Zweig. Adiós a Europa.
Peculiar por un motivo principal; para empezar no se trata de una película americana, sino de una coproducción europea, con lo cual hay que entrar a verla lo más "virgen" posible de prejuicios. No esperemos escenas majestuosas, ni planos espectaculares de ciudades y personajes, ni un final apoteósico con fanfarria. Lo que vamos a encontrar aquí es escenas que en versión original te meten directamente en una ensalada mixta de idiomas, ideas, comidas, viajes y hasta a ratos, agobio. No recomiendo verla doblada, aunque tengo amigos personales estudiantes y actores de ese gran gremio en España, como Rita Liarte, y no menosprecio en absoluto su trabajo, es más, lo recomiendo.
Si uno evita los árboles y se adentra en el bosque, y sin querer entrar mucho a destripar la peli, va a aprender mucha historia de principios del siglo XX, algo de literatura, e incluso extraer claves que aún hoy son aplicables a los tiempos convulsos que vivimos. Fanfarrones que llegaban inventando la guerra versus el aprecio de las cosas sencillas, como que siendo un escritor de renombre con cierto poder económico y hasta político te emociones porque te regalan un perro o pasees por parajes naturales bellísimos, casi más que con recibimientos a lo grande con orquesta, firmas de libros y eventos. Porque aunque los bienes materiales son atractivos y a la vez volátiles a más no poder, lo que perdura son cosas como la familia, la amistad fraterna, las personas y el deseo de cambiar a mejor y vivir tranquilos, en paz y libertad.
Vedla. No lo lamentaréis.