Anoche pudimos disfrutar de una mágica cita con los madrileños
DOVER, que ya en su día rompieron moldes y tópicos cuando abandonaron una carrera esencialmente de rock independiente para apostar por un estilo más discotequero al que nos tenían acostumbrados. Fue una ocasión de lujo para bailotear y quemar las calorías de las comidas y cenas de Navidad, en un marco incomparable como es la discoteca madrileña Joy Eslava.
El concierto se abrió con un tema de su último álbum, donde han vuelto a realizar un giro de estilo con ritmos africanos. A continuación la noche se volvió más discotequera para incluir ritmos de su penúltima propuesta discográfica de estudio,
Follow The City Lights, con el tema
Keep On Movin'. El repertorio fue alternando temas del último álbum,
I Ka Kené, con los del penúltimo, y con el inédito
Soldier de su recopilatorio
Dover 2. Tuvo momentos calmados y románticos, que en este nuevo disco están algunos en francés, y también para discursos de su guitarrista. Llegaron a un climax apoteósico con
Serenade y
Devil Came To Me en las versiones semi-dance de
Dover 2, y con el single
Dannayá.
Era una gozada contemplar las evoluciones de la cantante en el escenario, con una gama gestual enorme y unas coreografías muy apropiadas para cada tema. También daba gusto contemplar el entusiasmo de su hermana a la guitarra, y de su batería, con una sonrisa todo el rato. Para la ocasión contaron con un percusionista canario, que daba énfasis a sus temas de corte africano.
Dejaron el escenario unos minutos para retomarlo con la fuerza de sus temas
Do Ya y
Let Me Out, con el cual cerraron un conciertazo impresionante e ideal para quemar adrenalina, no sin antes definirse a sí mismos y a sus fans como unos "herejes" de la música. Nos queda empaparnos bien de los cálidos ritmos que impregnan su último trabajo,
I Ka Kené, donde flirtean con el estilo que ha popularizado a grupos como
Vampire Weekend, o a
Paul Simon en su etapa en solitario.
